En las afueras de la Clínica Bautista, un grupo de extrabajadores de la institución realizó una protesta para exigir que les paguen los meses de salario y las prestaciones sociales que les adeudan.
Luis Carlos Pérez, quien trabajó allí varios años en la sección de Radiología, contó que les adeudan por lo menos 7 meses de trabajo y las prestaciones correspondientes a los últimos 4 años. Y eso sin incluir las indemnizaciones a que tienen derecho aquellos que, como él, fueron despedidos “sin justa causa”.
En la notificación oficial de despido que la Clínica hizo llegar a varios de los que protestaron, a manera de confesión o disculpa, la empresa aseguró que el despido se producía “sin justa causa”. Pérez no supo si reír o llorar.
La ola de despidos hizo que el pánico cundiera entre los trabajadores. En una de las pocas reuniones informales que sostuvieron con delegados de la Clínica, estos últimos se esforzaban por transmitir confianza mientras el barco zozobraba: “Pónganse la camiseta, tengan sentido de pertenencia”: según las víctimas, esta era una de las frases que repetían como si se tratara de un conjuro para aliviar la crisis.
Adriana Ceballos, madre soltera de 29 años, dijo que soportó los pagos atrasados, el desdén, el hermetismo, la amenaza de la guillotina sobre su cuello. Pero la gota que colmó su paciencia fue la negación de los medicamentos que requería su niña de 2 años para tratarse una enfermedad. “Comprendí que no había respeto, ni nada”, afirmó indignada.
Dio el salto al vacío: renunció. Con la ayuda de sus padres consiguió sostenerse. A los pocos meses consiguió un empleo en otra clínica: el mismo hermetismo, demoras en los pagos, obligaciones que se acumulaban, deudas. Desistió de seguir trabajando y ahora sus fuerzas las divide entre el cuidado de su hija, la lucha por el pago de sus sueldos atrasados y la búsqueda de otra oportunidad laboral.
Al interior de la Clínica Bautista las cosas empeoraban a diario. La economía de los trabajadores sobrevivió poco a la crisis. Claudia Barrios cumplirá dentro de poco un año de haberse retirado. Por la falta de pago su situación se hizo insostenible. “Me iba y me venía a pie”, confesó. Vive en Nueva Colombia junto a sus tres hijos.
Muchos de los afectados llevaban trabajando varios años allí y vivieron la etapa boyante de la Clínica. Ante la adversidad floreció le hermandad. Entre todos, pese a sus precarias economías, hacían colectas para comprar comida y ayudar a los más necesitados. También nació una especie de terquedad, hija de un extraño deseo de que todo vuelva a la normalidad. Las cartas de despido seguían llegando.
Todos coinciden en que las vacas flacas aparecieron con la nueva directiva de la Clínica, la cual se posesionó hace 4 años. “Veníamos con buen progreso, estábamos al día con todas las prestaciones. De un momento a otro, entró una administración y esa administración nos dejó sin prestaciones, sin sueldos…”, dijo Luis Carlos Pérez.
De esto es testigo Xiomara Silva. Como supervisora de admisiones durante 16 años hasta su despido, veía el flujo constante de pacientes que ingresaban a la Clínica en sus mejores épocas hasta que empezó el declive con la llegada de la nueva directiva. “Aquí entraba buena plata. Hace cuatro años, con la nueva administración, fueron retirados varios beneficios”. Y hace un señalamiento de grueso calibre sobre la causa de la crisis: “Mala administración y desvío de dinero. “¿Para dónde se iba? No sabemos”.
También ella dejó de lado argumentos lógicos sobre la gravedad de la crisis que conocía de antemano y se puso la camiseta, pero el efecto posterior fue desmoralizante. “Uno quería a la institución y salía adelante, con la camiseta puesta, pero nos engañaron todo este tiempo”. El resto asintió con la cabeza.
A sus 50 años –reconoció- se cierra el panorama laboral para ella y para muchos de sus excompañeros. Ha consultado ofertas de trabajo en internet, pero se estrella: “Ni para qué mandar la hoja de vida, si uno no cumple con el perfil”.
Con las bromas aligeran sus pesares. La chispa de Xiomara Silva y su crudo humor apuntaron a los politiqueros que pululan por estos días. “Por eso no vamos a votar por político viejo”, aseguró en medio de risas que sirven como bálsamo para reanudar la lucha el próximo jueves en el mismo lugar.