Un triste final tuvo la relación sentimental de una joven pareja. Todo empezó el 31 de diciembre cuando ambos departían en un quinceañero, a la 1:30 de la madrugada en la calle 35 entre carreras 34 y 36, barrio San Roque.
La fiesta se desarrollaba en completa calma hasta que por el sector un grupo de pandilleros comenzó a lanzar pullas y se formó una gresca. Un joven disparó contra la humanidad de Giselle Patricia Mejía Cahuana, de 17 años, quien resultó gravemente herida en el pecho y la cabeza.
La madrugada del domingo 14 de enero murió en la Clínica Portoazul.
A Juan Pablo Calderón Henao la familia de Mejía Cahuana no lo dejó que la visitara en la clínica y menos acompañarla en el velorio, pues lo culpaban de su fallecimiento.
Ese mismo domingo de la muerte de su novia, el joven se quedó a las afueras de la casa de su abuela, Luz Dilia Vélez Molina, en San Roque. A las 10 de la noche le preparó la cena para que comiera algo, porque Juan Pablo estaba desesperado y agobiado por no despedir a su novia.
En ese momento Calderón Henao, de 18 años, fue abordado por dos sujetos en frente. Tres balazos se alojaron en su cuerpo: uno en la región frontal y dos en el brazo izquierdo.
El joven fue remitido al Hospital General de Barranquilla, pero los médicos no pudieron hacer nada.
La discordia el día del quinceañero
Según relataron testigos de la fiesta ese 31 de diciembre, unos antisociales llegaron buscando problemas y algunos de los presentes en el lugar se molestaron y se armó una pelea con piedras, botellas y sillas. “Los tipos se fueron corriendo y parecía que todo volvía a la normalidad”, dijo uno de los testigos.
No obstante, a los pocos minutos volvieron los sujetos. Uno de ellos con un arma de fuego hechiza que accionó indiscriminadamente, impactando a Giselle con los perdigones en el pecho y en la cabeza.
La joven fue cargada por su novio y la montaron en un vehículo que la trasladó hasta el Hospital General de Barranquilla. Allí fue estabilizada y remitida a la Clínica Portoazul, donde falleció 15 días después.
Hoy las familias Mejía Cahuana y Calderón Henao tuvieron que despedir a sus hijos, jóvenes entre los 17 y 18 años. La fémina dejó un niño de 2 años.