Antonio Abel Ávila Cabrera era un hombre ‘camellador’, con amor por sus cultivos y con un único ‘defecto’: nadie se podía meter con sus tierras, porque su cosecha era sagrada y era capaz de enfrentarse al que fuera.
A sus 77 años continuaba labrando la tierra que era conocida como El Sube y Baja, pero él la ‘bautizó’ como Puerto Rico.
Todas las mañanas salía a primera hora para la parcela ‘boricua’ y allá se encontraba con uno de sus 5 hijos, también dedicado a las labores de la agricultura.
Sin embargo, la mañana del lunes salió como de costumbre, pero no llegó a la parcela, ubicada en la vereda San Pedro. Su hijo pensó que de pronto se había indispuesto y por eso le restó importancia.
Pero, de regreso fue hasta la vivienda de su ‘viejo’ en el corregimiento Santa Cruz, para ver qué era lo que tenía. Allí se encontró con la extraña noticia de que Antonio Abel Ávila Cabrera sí había salido, pero nunca llegó a la finca.
Desde entonces comenzó la búsqueda del adulto mayor. Hurgaron por todo Luruaco y Santa Cruz, pero no lo encontraron. Entonces decidieron volver a la finca y ahí hallaron la escena más dantesca de sus vidas: su padre fue asesinado y le cortaron la cabeza y las extremidades con un machete.
Ruby Ávila Sarmiento, hija del finado, dijo ante las cámaras de Hora 7/24 que su progenitor era un hombre íntegro y que el único problema que le conoció fue con un sujeto que le robaba las cosechas.
“Él tuvo ese percance. Ese muchacho la vez pasada hasta lo amenazó con una rula. Se le puso una demanda y había una fianza”, explicó la hija que arribó a Medicina Legal para reclamar los restos mortales de su padre.
La mujer aseguró que desconoce si luego de ese impasse, el sujeto volvió a meterse con su padre. Lo único que le importa en este momento es darle cristiana sepultura.
“Mi papá era una excelente persona. Tanto así que, si volviera a nacer, quisiera que fuera él mismo mi padre. Estoy dolida y exijo que se haga justicia”, agregó la mujer en diálogo con este medio.